La Beatrice de Dante
La edad media es considerada por sus sucesores, en el renacimiento, como una etapa de oscuridad debido a los acontecimientos que se suscitaron en ella y que llegaron incluso a significar un considerable “apagón” intelectual, proveniente del no dar al hombre una importancia como ser único pensante y razonante, sino como un miembro más de la sociedad.
En la actualidad muchos son los personajes que conocemos de la época: Fernando II de León, Alfonso VII, Isabel Católica, Mahoma, Carlomagno, Juana de Arco, entre otros. Además de algunos acontecimientos como las cruzadas.
En la popular página Wikipedia se nos hace mención acerca del medioevo de la siguiente manera: “Sería un periodo dominado por el aislamiento, la ignorancia, la teocracia, la superstición y el miedo milenarista alimentado por la inseguridad endémica, la violencia y la brutalidad de guerras e invasiones constantes y epidemias apocalípticas.”
Sin embargo, no podemos considerar todo lo sucedido en ella como “malo” pues la edad media está comprendida en al menos mil años en los que se produjeron diferentes acontecimientos. Por lo tanto, se puede hablar que existió una unidad y una diversidad. Por un lado, se nos presenta el cristianismo como la doctrina religiosa dominante donde cualquier otra forma de pensar era considerada una herejía (el individualismo era igualmente rechazado); Pero por otro, en la diversidad podemos considerar el nacimiento de las nuevas naciones y la concretización del continente europeo.
No obstante, por otro lado, resulta interesante considerar dentro de la literatura el ideal femenino que nos presenta la época. En él encontramos al hombre como vasallo, como un servidor de la mujer. Se nos presenta a la dama como el centro de la vida. Nace una especie de valoración del género femenino: ya sea porque fue durante esta época que la Virgen María comenzó a ser venerada, (lo que trajo consigo una crisis, ya que la iglesia católica negaba el feminismo) o por la divinización femenina que encontramos también allí.
De igual manera, dejando de lado el aspecto general para ser un poco más concretos: en la edad media es necesario hacer énfasis en el nacimiento de uno de los más grandes poetas del mundo: Dante Alighieri, que tendría como objeto de su poesía a una mujer.
“- Hubo una vez un poeta que se enamoró de una tal Beatriz. Las Beatrices producen amores inconmensurables.
El cartero esgrimió su bolígrafo Bic, y raspó con él la palma de su izquierda.
- ¿Qué haces?
- Me escribo el nombre del poeta ese. Dante.
- Dante Alighieri.”
El párrafo citado anteriormente contiene unas pocas de las líneas que se habrán dedicado al poeta Dante y a su famosa Beatriz. En esta oportunidad, así lo refleja Antonio Skármeta en su conocido libro El cartero de Neruda, mostrando así la inmensa transcendencia que ha tenido la Beatrice de Dante.
Esa Beatriz, hoy conocida por las incontables horas que el poeta Dante Alighieri le dedicaría escribiendo cada uno de los versos que componen sus obras, para la época, quizá, fue sólo una mujer; para Dante, el hombre, no el poeta, un símbolo de gracia divina y para nosotros un enigma. Un símbolo que a pesar de las muchas pistas que se puedan encontrar sobre ella nunca terminaremos de descubrir completamente.
Son muy pocos los hechos históricos que conocemos de la vida de aquella Beatriz y todos, obviamente, provienen del poeta. Lo que, sin duda, nos lleva una y otra vez a preguntarnos cómo sería esa Beatriz de carne y hueso, la que seguramente fue esposa, hija y hermana de alguien. Hoy es vista como un símbolo, un objeto que inspiró a uno de los más grandes poetas de todos los tiempos quien incluso llegó a equipararla con la imagen de la misma Virgen María.
Dante la ha deshumanizado divinizándola pero ello no significa que la verdadera Beatriz no haya existido. Giovanni Panini en su libro Dante Vivo nos muestra un pequeño análisis que realizó leyendo entre las líneas de Dante. Y nos presenta algunas características “extras” de Beatriz.
Fue hija legítima de Folco Portinari y de Cilia Caponsacchi, se casó con Simone dei Bardi, nació en el año 1266 y murió en el mes de junio de 1290, no parece encontrarse ninguna correspondencia sentimental de ella hacia el poeta, lo que nos lleva a deducir que aquel amor que ha sobrevivido a las nubes del tiempo fue netamente platónico.
Esta Beatriz vista como imagen amorosa de los poemas de Dante de alguna manera u otra intenta dar un sentido de individualismo, ella, representa un símbolo que probablemente invita a dar mayor importancia al “amor terrenal”. Amor que el poeta iguala con el amor que puede sentirse por un elemento religioso e incluso considera que puede dársele una importancia mayor.
Para continuar, el sentido individualista al que me refiero en el párrafo anterior puede considerarse si nos remontamos al contexto histórico, en el que se nos muestran muy pocas individualidades. La literatura de la época era escrita con un fin específico: apoyar la doctrina cristiana. Sin embargo, Dante consigue en su Divina Comedia romper con muchos de esos parámetros.
En cuanto a la igualdad entre el amor divino y el amor terrenal, es necesario considerar el concepto teológico que nos muestra el poeta en su obra antes mencionada, entendiendo la teología bajo el concepto que nos da el D.RA.E. “Ciencia que trata de Dios y de sus atributos y perfecciones.”
Mediante lo cual es posible comprender que se nos presenta un rompimiento al primero de los diez mandamientos: Amar a Dios sobre todas las cosas. Y no sólo es un rompimiento, sino que Dante está proponiendo que el amor terrenal puede igualarlo o hasta intentar superarlo.
Incluso en uno de los pasajes del infierno que nos presenta en su Divina Comedia se nos expresa una visión de “amor eterno”. Tal es el caso de la historia relatada por Francesca y Paolo, quienes a pesar de recordar con melancolía los días de dicha están destinados a estar juntos eternamente en el segundo círculo del infierno en el que se encuentran los lujuriosos.
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Ensayo Incompleto.-
El tema fundamental es la simbología de Beatriz en la Divina Comedia.
Realizado por: Yendelki Pérez.
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