Gin







Se deslizaba lentamente una gota por su frente, sentía miedo. Sus ojos apretados con fuerza y los labios conteniendo un grito. Sintió como la piel de su cuello cedía a aquellos puntiagudos colmillos ¿Quién era aquel? Podía sentir sus manos sujetándola por la cintura y su cabello entre sus dedos, ahora lo recordaba, todo aquello había comenzado como un beso.

Sabía que su sangre la abandonaba, cada gota de su sangre la traicionaba, la dejaba atrás, pero ya no había miedo, sus ojos ya no estaban presionados, estaban, simplemente, cerrados; y sus labios sólo dejaron escapar un pequeño gemido, casi de placer.

Él separó el rostro de su cuello, Gin sólo pudo ver aquellos ojos, negros… profundos, dos cerraduras que negaban el acceso a sus pensamientos, a su ser. La besó de nuevo, ella no pudo hacer más que corresponderle. En su boca un sabor ácido y dulce, su sangre…
Sus brazos, rodeándola, sosteniéndola, sutilmente evitando que se escapara en aquel momento, pero aquello era lo que menos pasaba por su mente, ella no quería huir.

Una copa cayó al suelo, ella era quien la sostenía y lo había olvidado… había olvidado eso y absolutamente todo en aquel momento, apenas sabía quien era y con quien estaba. Había olvidado que moriría aquella noche, había olvidado que estaría con él por siempre…

Despertó, poco a poco los recuerdos llegaron a su mente, aún se sentía incapaz de abrir los ojos. Sentía la presencia de Leo a su lado, la suavidad de la cama en la que estaba recostada; escuchaba el ulular de un ave en el bosque, la respiración agitada de una prostituta en el bar contiguo. Tenía sed y hambre… como nunca había tenido.

- creo que es momento de despertar… -escuchó.

Al abrir los ojos notó que estaba oscuro, él lo había hecho a propósito, sin embargo su visión se adaptó rápido.

- tus sentidos ahora son más agudos, ahora eres una cazadora .

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